Amor a distancia

Fabio Martín Olivé
3 min readOct 18, 2024

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A principios de año, un video de la peña oficial de Liverpool celebrando el triunfo sobre Chelsea en un bar porteño se viralizó. La euforia por el gol de Virgil generó el enojo de algunos usuarios, que desde la cobardía del anonimato y apelando al chovinismo berreta, buscaron generar interacciones cuestionando su pasión. La pregunta es: ¿se puede ser hincha de un club que está a miles de kilómetros de tu hogar? La respuesta es clara: sí.

La globalización y el avance de las nuevas tecnologías han permitido que nos relacionemos sin necesidad de ocupar espacios comunes. Se han creado nuevos hábitats virtuales, una cosmovisión en la que se eliminan las fronteras y nos permite compartir momentos con gente de diferentes países, clases sociales o idiomas. Desde los antiguos foros y las salas de LatinChat hasta Facebook e Instagram, estas plataformas han revolucionado la forma en que interactuamos y nos conectamos con otros.

De la misma manera que se cuestiona el sentimiento de un oriundo del Gran Buenos Aires por Juventus, se podría cuestionar el de un hincha de Boca que vive en Corrientes, pero The Proclaimers no compusieron Im Gonna Be para que andemos midiendo los kilometros en el amor. El no tener una presencialidad no nos impide conectar.

En Argentina siempre existió la figura del “doble camiseta”: aquellos que son hinchas de un club de ascenso (por lo general de su barrio) y de alguno de los cinco grandes. El fútbol es una representación de la cultura nacional, de sus regionalismos y barriadas. Los clubes hoy compiten por la atención con sus pares de todo el mundo, y no ayuda que sea mucho más fácil ver un partido de la Bundesliga que uno de la Primera B, gracias a la decisión de TyC Sports de no permitir que los medios partidarios transmitan los partidos. A pesar de las numeros trabas, la identidad que construye la cotidianidad de los clubes sigue afianzando el vinculo con sus hinchas.

El poliamor también llegó al fútbol. La oferta de partidos en televisión ha ido expandiéndose desde finales del siglo XX, y difícilmente podemos sentarnos a ver uno sin pasión. Así sea porque empatemos con el equipo más débil, porque odiemos a alguno de los dos contendientes, juegue nuestro futbolista preferido o solo porque nos gusten los colores de su camiseta, elegiremos un bando para hacer que los 90 minutos sean más emocionantes.

Rousseau decía que las cartas de amor se escriben empezando sin saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber lo que se ha dicho. Esos inexplicables sentimientos envuelven a uno que arranca un sábado por la mañana viendo un partido en el que no sabe quiénes juegan y termina enamorado del enganche checo del Arsenal inglés. Como le pasó al periodista Sebastián García, quien contó que su amor por el Queens Park Rangers nació porque eligió a ese club de siglas inusuales en el videojuego PC Fútbol y comenzó a adentrarse en foros para hablar y seguir las noticias de ese equipo que gestionaba con tanto mimo. Nunca está de más recordar que el amor se encuentra, no se busca.

No vimos a Elvis mover la pelvis y a Green Day lo conocimos por MTV, no por verlos tocar en un garito barrial. El fanatismo por un cantante o banda extranjera se logra por una conexión mágica, algo en su música que nos toca una fibra íntima y nos hace conmover, aunque no entendamos siquiera lo que nos está diciendo. Así como Daniele De Rossi es romano, romanista y bostero, porque amaba a Maradona y se fascinaba al ver La Bombenera latir por televisión, un pibe de Florencio Varela puede escuchar a The Beatles y al Noba además de ser hincha de Defensa y Justicia y Manchester United porque de chico veía Cristiano Ronaldo.

En un mundo cada día más inhóspito para la mayoría, donde se asientan los discursos de odio, la plata no alcanza y la ansiedad nos consume, si tienes genuinas ganas de gritar un gol del Wisla Cracovia o un triunfo del Osasuna te alegra una tarde de sábado te felicito. Es loable que la gente encuentre un poco de felicidad en este maremoto de mierda en qué vivimos.

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Fabio Martín Olivé
Fabio Martín Olivé

Written by Fabio Martín Olivé

Periodista. CoAutor de "Nunca Caminarás Solo: La revolución de Klopp en Liverpool"

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